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Yo soy mi ruta - Julia de Burgos

Yo soy mi ruta - Julia de Burgos

14,00 €
.
Disponible

Descripción

Yo soy mi ruta - Julia de Burgos

Introducción y notas: Luzmaría Jiménez Faro
120 págs.
ISBN: 978-84-7839-776-1
2019
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JULIA DE BURGOS (Puerto Rico, 1914–Nueva York, 1953) es una de las grandes voces poéticas de Hispanoamérica. Su vida apasionada e intensa, y su muerte en el anonimato en una calle de Nueva York dan un toque misterioso a una poesía vibrante, desgarradora y con una alta carga de sensualidad.

Julia de Burgos se ha convertido en un icono cultural en Puerto Rico. Mujer moderna y gran defensora de la liberación de la mujer, se alzó en sus poemas contra los convencionalismos sociales y reflejó en ellos los problemas de las mujeres de su época.

Yo soy mi ruta incluye una amplia selección de poemas de los tres libros que publicó: Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (póstumo, 1954).

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Poema para mi muerte

Morir conmigo misma, abandonada y sola,

en la más densa roca de una isla desierta.

En el instante un ansia suprema de claveles,

y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.

Mis ojos todos llenos de sepulcro de astro,

y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.

Mis dedos como niños, viendo perder la nube

y mi razón poblada de sábanas inmensas.

Mis pálidos afectos retornando al silencio

—¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!—

Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,

y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.

Incorporarme el último, el integral minuto,

y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella,

doblar luego la hoja de mi carne sencilla,

y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia.

Que nadie me profane la muerte con sollozos,

ni me arropen por siempre con inocente tierra;

que en el libre momento me dejen libremente

disponer de la única libertad del planeta.

¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos

a buscar ventanitas por la carne morena

y yo, dándome, dándome, feroz y libremente

a la intemperie y sola rompiéndome cadenas!

¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles

cuando mi alma comience a cumplir su tarea,

haciendo de mis sueños un amasijo fértil

para el frágil gusano que tocará a mi puerta?

Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,

cada instante más grande y más simple la entrega;

mi pecho quizá ruede a iniciar un capullo,

acaso irán mis labios a nutrir azucenas.

¿Cómo habré de llamarme cuando solo me quede

recordarme, en la roca de una isla desierta?

Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,

hijo mío y de la muerte, me llamarán poeta.

Reseñas:

Andalucía Información