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Bayas púrpuras - Ruth Stone
NUEVO

Bayas púrpuras - Ruth Stone

18,00 €
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Disponible

Descripción

Bayas púrpuras - Ruth Stone

Edición bilingüe

Selección, traducción e introducción: Jimena Jiménez Real
Prólogo de Sharon Olds
Nota introductoria de Bianca Stone

220 págs.
ISBN: 978-84-7839-932-1
2024

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RUTH STONE (Roanoke, Virginia, 1915 - Ripton, Vermont, 2011) fue una poeta generosa, visionaria y mística, que observaba los seres vivos y los objetos con incansable atención para preguntarse por el origen de la vida y por su propio lugar en el universo. Su poesía es hilarante, terrible e impúdica, y se alimenta tanto del dolor causado por el duelo como de su luminosa capacidad para el asombro.

Stone obtuvo, entre otros, el Premio Nacional del Libro (2002) y el Premio Wallace Stevens (2002) y fue nominada al Premio Pulitzer en 2009. Hoy cuenta con una base de fieles y apasionados lectores en Estados Unidos.

Bayas púrpuras, selección de poemas, es la primera traducción al español de su obra y viene acompañada de tres textos introductorios: uno de su amiga y poeta Sharon Olds, otro de su nieta, la recién nombrada poeta laureada del estado de Vermont Bianca Stone, y un último de la traductora, Jimena Jiménez Real.

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Cosas que me digo mientras cuelgo la colada

Cosas que me digo mientras cuelgo la colada

Si una hormiga que cruza la cuerda de tender

entre un manzano y otro,

pensara y pensara,

lo más probable es que nunca llegara a concebir a Albert Einstein.

Ni siquiera su bigote descuidado;

ni las bolsas de piel arrugada bajo sus ojos

que años después se hincharon,

cuando concibió esa chaladura de la relatividad.

Hasta la colada es tridimensional.

Las hormigas cruzan sus grandes bosques de fibras

de pinza en pinza

llevando el mismísimo núcleo de la vida en sus sacos o mandíbulas,

el mismísimo núcleo del universo en sus moléculas de ácido fórmico.

Y qué frescas son las sábanas

cuando de noche me tumbo en la cama recién cambiada,

cuando parece que estuviera sola en la montaña,

y mi cuerpo percibe la suavidad de la cama

igual que el amor contra la piel;

y el saco pesado que soy se abandona a su abrazo.

Cuando apago la luz,

estoy ciega en la oscuridad

o quizá las hormigas están ciegas,

por el mismo salto abstracto fuera de esta dimensión limitadora.

Y así la propia curva de la luz,

al ser impelida al surco del espacio,

es relativa a mi propio camino ciego por el abismo.


Y allí en la oscuridad está Albert Einstein

con su sagaz fórmula como mandíbulas pequeñas

que cavan túneles en la tierra

y la levantan, grano por grano,

haciendo que los cristales de arena exploten

en un tumulto esplendoroso y candente,

y él me dirige su sonrisa bigotuda y tímida

por una línea imaginaria que va de aquí allá.