Evocación - Pilar de Valderrama
Descripción
Evocación - Pilar de Valderrama
Edición, introducción y notas: Fran Garcerá
Prólogo: Carlos Aganzo
Palabras previas: Alicia Viladomat
220 págs.
ISBN: 978-84-7839-839-3
2020
_
PILAR DE VALDERRAMA (Madrid 1889-1979) formó parte del grupo de autoras que publicó sus primeros textos durante la Edad de Plata. Poeta y dramaturga, fue una de las socias fundadoras del Lyceum Club de Madrid. También inauguró en su hogar uno de los teatros de cámara más interesantes de aquella época, al que llamó Fantasio. No obstante, su figura literaria ha sido reconocida, sobre todo, por su relación con Antonio Machado y el sobrenombre con el que este poeta se refirió a ella: Guiomar.
Evocación es una antología poética de toda su obra, que comenzó con su libro Las piedras de Horeb (1923) y culminó con la publicación póstuma del poemario De mar a mar (1984). Esta edición, a cargo de Fran Garcerá, que cuenta con unas palabras previas de su nieta, Alicia Viladomat Martínez, y un prólogo del escritor Carlos Aganzo, nos permite recorrer la vida de una autora que dedicó su vocación a la escritura y dar a conocer algunos poemas inéditos conservados en su archivo personal.
_
Como si no me doliera
Como si no me doliera
lo que me duele en el alma,
giré con todos los vientos
y nadé en todas las aguas.
¡Como si no me doliera
lo que me duele en el alma...!
Hay que reír, y reía,
hay que cantar, y cantaba,
hay que adornarse –yo iba
más que ninguna adornada–.
Por el río de la vida
el tiempo se deslizaba...
¡El tiempo!, ¡qué importa el tiempo
a quien no le importa nada!
¡Qué diminutas las horas
al fin de cada jornada!
Aires de norte y de sur,
lluvias, granizos, escarchas,
soles naciendo y muriendo,
lunas llenas y menguadas.
Aquí lloran, allí ríen,
sueñan, rezan y se afanan.
Unos, por el alto, vuelan;
otros, abajo, se arrastran.
¡Ay, qué daño el que se alzó
creyéndose que era un águila!
Un hombre menos, ¡qué cuenta
en esta tierra tan ancha...!
Por las rendijas del sueño
atisbo las madrugadas.
Los recuerdos ¡cómo duelen!
Los silencios ¡cómo hablan!
Galopa que te galopa
el corazón en su caja;
¿a qué correr? –le pregunto–.
Ya vendrá la que no falla...
Y aquí aguardo, sin dejar
de sonreírse mi cara,
como si no me doliera
lo que me duele en el alma...