Mara - Pilar Paz Pasamar
Descripción
Mara - Pilar Paz Pasamar
Introducción: Francisco Javier Díez de revenga
Prólogo: Carmen Conde
Introducción: Fran Garcerá
100 págs
ISBN: 978-84-7839-878-2
2022
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PILAR PAZ PASAMAR (Jerez de la Frontera, 1932-Cádiz, 2019) fue una de las escritoras más representativas de nuestra posguerra. Mantuvo una intensa actividad cultural y literaria, y se relacionó con algunos de los escritores e intelectuales más importantes de nuestro siglo xx, como Juan Ramón Jiménez, Carmen Conde, Vicente Aleixandre, José Manuel Caballero Bonald, Ángela Figuera Aymerich o Concha Lagos, entre muchos otros.
Mara fue el primer libro de Pilar Paz Pasamar y esta es la primera ocasión en que se reedita como libro independiente desde su publicación en 1951. Su originalidad poética nace en su mismo título, procedente del bíblico Libro de Ruth: «No me llaméis Noemí (esto es, hermosa), sino llamadme Mara (que significa amarga)». La presente edición, a cargo de Fran Garcerá, mantiene el prólogo original de Carmen Conde e incluye una introducción de Francisco Javier Díez de Revenga.
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Adolescencia
Ayer se cayó
tu vestido de espuma en el patio,
y se quedó inerte, tendido y cansado
sobre el pretil verde, cubierto de luna.
Parecía un fantasma
dormido en la oscura penumbra de un claustro.
Ayer, por la noche, cuando yo volvía,
lo vi, silencioso, y temblé al mirarlo.
Que yo no te vea,
que se cierren las puertas vecinas al cuarto,
y que no me espere
dormido en silencio, cubierto de luna
sobre el pretil verde, tu vestido blanco.
Tu madre te dijo
hace pocos días —no quieras negarlo—,
que te escondas siempre
que me veas lleno de luna y espacio,
que a tu madre le asustan
mis palabras raras, mis ensueños altos,
que se asombran
si me ven de noche, mirando la luna
en la barandilla verde de tu patio.
Quítalo de en medio,
esta noche no quiero encontrármelo,
mudo y silencioso,
en la oscura penumbra, cargado
de olor de tu cuerpo, de esencia de aljibe,
y de los naranjos
que plantamos juntos, cuando éramos niños...
Quítalo en seguida.
Esta noche no quiero encontrármelo,
que lo cogería
y nerviosamente sujeto a mis manos,
lo destrozaría para alimentar
a la luna llena de blancos pedazos
y a la fuente iría
un río de peces tuyos, plateados.
¡Póntelo mañana! ¡Quítalo esta noche
de la verde baranda del patio!