Se va mi sombra, pero yo me quedo - Carolina Coronado
Descripción
Se va mi sombra, pero yo me quedo - Carolina Coronado
Introducción: Antonio Porpetta
148 págs.
ISBN: 978-84-7839-852-2
2021
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Carolina Coronado (Almendralejo, Badajoz, 1820-Lisboa, 1911) es una de las figuras más sugestivas del siglo XIX. Su éxito como escritora y su gran personalidad la hicieron ser el centro de atención en el mundo intelectual y social de su época.
Una vida plagada de acontecimientos dolorosos y mágicos, desafíos a la muerte y su apasionado carácter trazaron, aún más, esa visión romántica y misteriosa que ella cultivó desde su coro de sombras.
Esta segunda edición ampliada de Se va mi sombra, pero yo me quedo consta de treinta y ocho poemas y una introducción de Antonio Porpetta, donde puede leerse: «...venciendo al olvido, sobreviviendo al tiempo, dando fe de una voz y de una época, ahí están los poemas de Carolina Coronado, con su intacta frescura, su gran sensibilidad, su hondo y emocionado sentido poético».
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Libertad
Risueños están los mozos,
gozosos están los viejos
porque dicen, compañeras,
que hay libertad para el pueblo.
Todo es la turba cantares,
los campanarios estruendo,
los balcones luminarias,
y las plazuelas festejos.
Gran novedad en las leyes,
que, os juro que no comprendo,
ocurre cuando a los hombres
en tal regocijo vemos.
Muchos bienes se preparan,
dicen los doctos al reino,
si en ello los hombres ganan
yo, por los hombres, me alegro;
Mas, por nosotras, las hembras,
ni lo aplaudo, ni lo siento,
pues aunque leyes se muden
para nosotras no hay fueros.
¡Libertad! ¿qué nos importa?
¿qué ganamos, qué tendremos?
¿un encierro por tribuna
y una aguja por derecho?
¡Libertad! ¿de qué nos vale
si son los tiranos nuestros
no el yugo de los monarcas,
el yugo de nuestro sexo?
¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo
el que nos hacen sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?
¡Libertad! ¡ay! para el llanto
tuvímosla en todos tiempos;
con los déspotas lloramos,
con tributos lloraremos;
Que, humanos y generosos
estos hombres, como aquellos,
a sancionar nuestras penas
en todo siglo están prestos.
Los mozos están ufanos,
gozosos están los viejos,
igualdad hay en la patria,
libertad hay en el reino.
Pero, os digo, compañeras,
que la ley es sola de ellos,
que las hembras no se cuentan
ni hay Nación para este sexo.
Por eso aunque los escucho
ni me aplaudo ni lo siento;
si pierden ¡Dios se lo pague!
y si ganan ¡buen provecho!